“Es difícil aguantar más de un año" se sinceró Javier Milei, y estableció cual sería el 'umbral del dolor' de gran parte de la población argentina.

Ese concepto es usado por algunos médicos para justificar porqué existen personas que reaccionan airadamente ante la menor molestia: 'lo tienen muy bajo', dicen.

El inédito aumento de precios, la estrepitosa caída del poder adquisitivo, los despidos a granel produjo algunas curiosidades: los anti Milei bajaron considerablemente su 'umbral', mientras que los adherentes al oficialismo lo elevaron sin quejarse.

También habrá que determinar el 'umbral de soportar el dolor ajeno' que tenga el gobierno. Por lo visto hasta el momento es bastante alto pues pareciera ser que solamente advierte el sufrimiento de los 'caídos' aumentando las partidas de asistencia social.

Al umbral del dolor de las personas hay que asociarlo a su inevitable consecuencia: el dolor social, porque no hay que engañarse, la mayoría de la población cada día es más pobre, algunos con más reserva y capacidad de resistencia, pero todos más pobres.

Y es paradójico que la actual administración central y en nombre del Estado del que reniega hasta el absurdo, sea la que ejecute la fulminante caída de los pobres a la indigencia; de la clase media baja a la pobreza; al ajuste de los 'lujos' que los de más arriba podían regalarse.

O sea: 'el Estado no debe meterse en casi nada' dicen, pero a su vez ellos (que lo administran) son quienes día a día, hora a hora, fagocitan los salarios, los ingresos, la cocina, el estómago y la calidad de vida de gran parte de la población.

Seguramente son muchas las explicaciones pero algunas de las tantas preguntas que surgen es: ¿porqué existía, y existe, tanta precarización laboral ? ; los gremios: ¿hacen algo más que protestar, gritar y recibir los aportes de sus afiliados? ¿tienen capacidad para hacer otra cosa?.

Por más que a muchos no les guste Milei es quien lee perfectamente aquello que gran parte de la sociedad pide y da respuestas convincentes a esos intereses.

Algo que no hizo la actual oposición cuando detentó el poder pues no supo, no pudo o no quiso hacerlo.

Parte de ese gobierno compartimentado se desgastó y encaprichó en perseguir y endemoniar a quienes en su mismo espacio se atrevían a desafiarla.

El silencio era la respuesta que daba a las demandas de un gran sector de la sociedad que a su vez eran contestadas a los gritos por La Cámpora con alusiones a Milagro Salas, a la heteronormatividad, a la proscripción de Cristina, al lenguaje inclusivo, a la necesidad de hacer un juicio político a la Suprema Corte de Justicia, a las 'chiques' 'todes', 'cuerpas' y 'equipas', al arrogante optimismo de prometer soluciones a los problemas sociales, políticos y económicos con herramientas lingüísticas a través de un cambio de abecedario, todo condimentado con la entonación de cánticos y consignas tan ingeniosos como inútiles.

Es decir trató de imponer su propia agenda de intereses.

Mientras en el Chaco año a año, semestre a semestre aumentaba la pobreza, la indigencia y el Gran Resistencia ostentaba junto con Concordia los índices más altos de desnutrición infantil del país, la provincia era mostrada en una 'continua fiesta', con permanentes encuentros y exposiciones en el Centro de Convenciones, constantes anuncios de millonarias inversiones nacionales e internacionales, con la vista gorda a los cada vez más denunciados manejos pocos claros de los dirigentes de muchas cooperativas, oenegés, fundaciones y movimientos sociales que contribuyeron enormemente en desprestigiar y detonar el trabajo de cooperativas, oenegés, fundaciones y movimientos sociales de quienes sí lo hacían para poder vivir de un modo lícito, honesto y no explotador.

Fueron funcionales a quienes, como el gobierno actual, no creen en el trabajo comunitario organizado en función de quienes más necesitan.

Por supuesto que los resultados de las últimas elecciones nacionales, en el Chaco y en Resistencia tienen explicaciones multicausales, pero algunas de ellas es que fueron producto de un hartazgo por acumulación, tanto de la población en general como de simpatizantes, adherentes y 'favorecedores' de los oficialismos que se sintieron ninguneados.

Pedro Réttori